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Columna de Opinión

Mis reflexiones sobre la realidad de una guerra

Juan Esteban Ortiz- Representante Estudiantil UEB
Autor:
Juan Esteban Ortiz
Representante Estudiantil

El 7 de octubre de 2023 el día comenzó como cualquier otro. Me desperté temprano, listo para mi turno en ginecología, y decidí llamar a mi mejor amiga quien se encontraba en Israel haciendo sus prácticas de arquitectura. Al contestar, lo primero que escuché fue el sonido de una alarma. Le pregunté qué estaba pasando, a lo que me respondió: “¿No has visto las noticias? Estamos en guerra”. Ese momento cambió por completo mi día y me hizo entender que esa fecha marcaría el inicio de una nueva realidad.

Para muchas personas en la diáspora judía, aquel día fue el inicio de una realidad dolorosa. Nuestros corazones y mentes se volcaron hacia Israel, llenos de angustia por la seguridad de nuestros seres queridos. Lo que comenzó como un ataque repentino se convirtió en un conflicto que escaló rápidamente, afectando a cientos de civiles y profundizando las divisiones existentes. Un año después, el sufrimiento sigue siendo palpable y las cicatrices del conflicto permanecen abiertas.

Este año en un periodo que pude estar en Israel, fui testigo de esta dura realidad. Visité lugares destruidos por el conflicto, caminé por calles que fueron escenarios de violencia y hablé con personas que han vivido el dolor de perder a seres queridos. Vi a héroes anónimos, personas comunes y corrientes que se enfrentaron a situaciones extremas para proteger a sus familias y a los ciudadanos. Estas experiencias me hicieron comprender que la guerra no es una idea abstracta, es una realidad que se vive, se siente y que marca profundamente.

Los israelíes que decidimos vivir cerca a la franja de Gaza somos los que más creemos que podemos vivir en comunidad, pero desde el 7 de octubre algo dentro de nosotros se rompió”, me dijo un residente del Kibbutz Kfar Aza. Sus palabras reflejan el dolor y la desilusión de una comunidad que cree en la paz y la convivencia pacífica, pero se vieron obligados a enfrentar una realidad mucho más compleja y dolorosa. 

Aunque las heridas de los conflictos son universales, esta experiencia me permitió reflexionar sobre cómo se transmite la información. En un mundo donde casi todos tenemos acceso a un dispositivo móvil, la información, y a veces la desinformación, llega rápidamente, a través de diferentes medios. Esto influye en la percepción del conflicto, llevando a muchas personas a formarse una idea que a menudo no refleja la complejidad de la situación.

No solo fui testigo del dolor de los demás, sino que también experimenté el miedo. Escuché las explosiones, vi la desesperación en los rostros de las personas mientras corrían hacia los cuartos de seguridad cuando sonaban las alarmas. La incertidumbre, la vulnerabilidad y el temor fueron sensaciones constantes que marcaron mi experiencia. Fue un recordatorio de que este conflicto no es solo algo que se ve en la redes sociales, es una experiencia que parece una simulación.

En enero de 2024 fui elegido en una academia de liderazgo judío sionista. Durante un año, en esta experiencia transformadora, nos preparamos para entender las diversas perspectivas del conflicto en el Medio Oriente y para construir un diálogo fundamentado y respetuoso. Lo más valioso fue la familia que encontré en este lugar: personas de más de 30 países con las que comparto valores y un compromiso común por un mundo mejor. Esta red de apoyo se ha convertido en una fuente constante de fuerza y esperanza.

Dentro de mi rol como líder, también he trabajado en el ámbito humanitario en una ONG judía, lo que me ha llevado a recorrer diferentes regiones de Colombia. He sido testigo de cómo el conflicto se vive de manera distinta, pero igualmente dolorosa, en diferentes partes del país y del mundo.  La guerra y sus consecuencias no conocen fronteras: afectan a todas las comunidades, generando dolor y resistencia en igual medida.

Hoy, un año después, todos conocemos a alguien que fue afectado de alguna manera. Es un recordatorio de que la guerra no es un fenómeno lejano o ajeno sino una realidad que nos toca a todos, que nos afecta y nos impulsa a buscar un cambio. Ha pasado más de un año y el dolor sigue siendo tan real como lo fue en ese octubre de 2023.

La guerra sí existe y sus consecuencias nos recuerdan, cada día, la importancia de seguir luchando por la paz, la justicia y la humanidad.