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Mar
12
Salud y Calidad de Vida

¿Por qué sentimos que debemos volver a la presencialidad?

En entrevista con la Universidad, estudiantes de la Maestría en Salud Mental Comunitaria hablaron sobre el regreso a la presencialidad.
presencialidad

En esta primera entrega, las estudiantes Leydi Nathalia León Nieto y Jenny Melissa Amaya Silva de la Maestría en Salud Mental Comunitaria de la Facultad de Enfermería, hablaron sobre la necesidad de algunas personas de regresar a la presencialidad.

 

¿Qué puede causar psicológicamente ese estado de querer volver a un salón de clases?

El deseo por volver a la presencialidad, en este caso, no se concibe como un estado sino como la manifestación de una necesidad previamente adquirida, a partir de los aprendizajes sanitario, esta práctica cultural se concibió dentro de la normalidad. El deseo por recuperar la llamada “vida normal” y resulta ser una respuesta natural ante las circunstancias adversas, a las que aún como sociedad no nos hemos habituado. Sin embargo, no podemos desconocer el impacto psicológico que ha provocado el Covid-19 en nuestra sociedad.

Como lo evidencia el primer informe del estudio en “Salud mental y resiliencia en adultos jóvenes de Sudamérica durante el aislamiento (distanciamiento social obligatorio) por la pandemia de COVID-19”, durante el tiempo transcurrido de la pandemia en Colombia hasta el mes de julio, las mujeres, los adultos jóvenes entre los 18 y los 29 años y las personas con bajos ingresos fueron quienes más vieron afectada su salud mental: depresión (35%), alteraciones somáticas (31%), ansiedad (29%) y soledad (21%) son las expresiones más frecuentes en la población

La necesidad latente de volver a la normalidad, es un grito llamado de auxilio para escapar de esto anormal  y retornar a lo que ya de por sí habíamos normalizado en nuestras prácticas culturales.

 

¿Qué emociones pueden presentarse, sobre todo, en temas de salud mental?

Se cuestiona el impacto que tiene para la salud mental de los estudiantes, las restricciones para poder recibir clases y acceder al servicio de educación de manera presencial. Se ha visto afectado el crecimiento, desarrollo y los procesos de cognición y aprendizaje de los niños durante la virtualidad.

Con el incremento de la actividad mediada por la tecnología y la virtualidad también se ha perdido la posibilidad de que los entornos escolares sean un ámbito de protección. Eso identifica cuando observamos el incremento en las cifras de intrafamiliar, cuando miramos reclutamiento de grupos al margen de la ley en zonas marginales en donde los niños, niñas y adolescentes, no tienen otra opción sino estar en las instituciones educativas para evitar ser reclutados.

El no regreso a clases genera situaciones adversas en la salud de los estudiantes, entre ellas, pérdida de capacidad física o de visión, problemas de obesidad incluso mayor riesgo de maltrato intrafamiliar, además la amenaza del contagio.

Según estudios publicados recientemente, la amenaza de contagio por COVID-19 puede volvernos más desconfiados hacia las demás personas, en especial ahora que se da el regreso a las instituciones educativas con alternancia, y es por ello por lo que se deben generar estos pequeños pasos, porque en definitiva el exceso de individualismo podrá generar mayores consecuencias en la salud mental de la persona, que las propias generadas por el miedo al contagio.

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¿Cómo debemos manejar el miedo al contagio al regreso de clases con alternancia?

En primera instancia, debemos comprender que tras la situación estresante a la que nos hemos enfrentado, nuestro cuerpo podrá reaccionar con miedo al retomar las relaciones sociales frente a frente. Entonces, será importante identificar y comprender la emoción. No niegue sus temores, expréselos.

Diferentes expertos manifiestan que la cuestión no está en forzarnos a salir de casa y retomar nuestra vida social como antes; si identificamos temor ante la idea de volver a clases en alternancia, se debe hacer una pausa y pensar ¿mi emoción es miedo? ¿de dónde viene ese miedo? ¿me da temor contagiarme? ¿llegué a un punto cómodo en mi casa, que ya no quisiera dejarla?

Si nos damos cuenta que el miedo está enfocado en el posible contagio, debemos prestarle atención al mismo y empezar a generar acciones que puedan disminuir la sensación de inseguridad y velar por enfrentar el problema, es decir, reforzar las medidas de protección, iniciar con salidas pequeñas a otros espacios, llevar un registro de emociones en cada una de las salidas, todo esto con el fin de ir acoplando a nuestro cerebro y respuesta fisiológica a este nuevo proceso.

Por otro lado, si se descubre que el miedo, responde no al contagio sino al salir de la nueva zona de confort que ya se tenía en el hogar, será importante evaluar qué nuevas rutinas, planes y actividades se pueden desarrollar fuera de él. Las cuales posiblemente necesiten en su inicio compañía de la familia.

 No te pierdas la segunda entrega de esta entrevista que será publicada en los próximos días.