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02 de Julio de 2025
Tiempo de lectura 6 minutos
La oncología es hablar de una de las ramas más complejas, sensibles y fundamentales de la medicina moderna. Es una disciplina que no solo representa la lucha contra una de las enfermedades más temidas del mundo —el cáncer—, sino también el avance del conocimiento científico, el progreso de las terapias humanas y el compromiso ético de prolongar y mejorar la vida de millones de personas.
La definición de oncología, la palabra “oncología” proviene del griego ónkos, que significa masa o tumor, y logía, que alude al estudio. En esencia, la oncología es la especialidad médica encargada del estudio, diagnóstico, tratamiento y seguimiento del cáncer. No se trata únicamente de enfrentar una enfermedad, sino de abordar un fenómeno biológico profundamente complejo, que se manifiesta de distintas formas en cada persona y que requiere una atención altamente especializada, humana y multidisciplinaria.
El cáncer es, en realidad, un conjunto de enfermedades caracterizadas por el crecimiento descontrolado y anormal de las células del cuerpo. Estas células pueden invadir tejidos circundantes y, en algunos casos, diseminarse a otras partes del organismo, en un proceso llamado metástasis. Existen más de 100 tipos diferentes de cáncer, dependiendo del órgano o tejido donde se origina, y cada uno tiene un comportamiento, un pronóstico y un tratamiento distinto.
La oncología como disciplina surge de la necesidad de comprender este fenómeno desde una mirada científica integral. A lo largo del tiempo, el conocimiento sobre el cáncer ha evolucionado radicalmente. Hace unas décadas, se consideraba un diagnóstico casi irreversible; hoy, gracias a los avances en investigación, prevención, detección temprana y terapias dirigidas, muchas formas de cáncer pueden tratarse con éxito, y en algunos casos, curarse por completo.
Estudiar oncología es sumergirse en un campo que no solo exige rigor científico, sino también una profunda sensibilidad humana. El oncólogo no solo se enfrenta a la enfermedad, sino también a las emociones, temores, decisiones difíciles y procesos de vida de sus pacientes. La relación médico-paciente en esta especialidad es particularmente significativa, porque el acompañamiento, la comunicación clara y la empatía son tan importantes como el tratamiento en sí mismo.
Una de las razones por las que es crucial seguir investigando y formando especialistas en oncología es el impacto que el cáncer tiene a nivel global. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, es una de las principales causas de muerte en todo el mundo. Sin embargo, gran parte de los casos se pueden prevenir, y muchos otros pueden tratarse con éxito si se detectan a tiempo. Esto hace que la educación, tanto médica como comunitaria, sea un eje clave en la estrategia global contra el cáncer.
La oncología es una especialidad profundamente multidisciplinaria. Los profesionales que se dedican a ella trabajan junto a cirujanos, radiólogos, patólogos, genetistas, psicólogos, nutricionistas, enfermeros especializados y trabajadores sociales, formando equipos integrales que abordan la enfermedad desde todas sus dimensiones. Esta colaboración constante enriquece la atención, mejora los resultados clínicos y permite diseñar tratamientos personalizados que responden a las necesidades específicas de cada paciente.
Dentro de la oncología existen subespecialidades, ya que el cáncer puede afectar prácticamente cualquier parte del cuerpo. Algunas de estas áreas se enfocan en tipos específicos de cáncer, como la oncología ginecológica, que se ocupa de los tumores en órganos reproductivos femeninos; la oncología urológica, centrada en el cáncer de próstata, vejiga o riñón; o la oncología torácica, que trata enfermedades como el cáncer de pulmón. Otras subespecialidades se definen por el tipo de tratamiento que ofrecen, como la oncología médica, la oncología quirúrgica y la oncología radioterápica.
La oncología médica es quizás la más conocida por el público general, ya que se relaciona con el uso de fármacos como la quimioterapia, la inmunoterapia y las terapias dirigidas. El oncólogo médico evalúa el estado general del paciente, determina la mejor combinación de medicamentos y monitorea sus efectos, ajustando el tratamiento en función de la evolución de la enfermedad. Esta área ha experimentado avances significativos en las últimas décadas, sobre todo con la aparición de terapias personalizadas basadas en el perfil genético del tumor.
Por su parte, la oncología quirúrgica se encarga de extirpar los tumores cuando es posible. Aunque la cirugía fue una de las primeras formas de tratar el cáncer, hoy está más integrada que nunca a un enfoque multidisciplinario. En muchos casos, se combina con tratamientos sistémicos o radioterapia antes o después de la intervención, con el objetivo de reducir el tamaño del tumor o evitar recaídas. La precisión quirúrgica y el uso de tecnología avanzada permiten hoy operaciones menos invasivas y con mejores tasas de recuperación.
La radioterapia, a su vez, utiliza radiación de alta energía para destruir células cancerosas. Es una herramienta eficaz en numerosos tipos de cáncer y puede aplicarse como tratamiento único o como parte de una estrategia combinada. La oncología radioterápica requiere una planificación milimétrica, apoyada en técnicas de imagen, dosimetría y física médica, para garantizar que la radiación llegue con precisión al tumor y minimice el daño a tejidos sanos.
También existe la oncología pediátrica, que se ocupa de los cánceres que afectan a niños y adolescentes. Aunque son menos frecuentes que en adultos, presentan particularidades clínicas y emocionales que requieren una atención diferenciada. El abordaje de estos casos implica un acompañamiento familiar, una visión a largo plazo sobre el desarrollo del niño y estrategias terapéuticas adaptadas a su organismo en crecimiento.
Otro campo de la oncología de precisión, que busca comprender las mutaciones específicas de cada tumor para diseñar tratamientos personalizados. Gracias al análisis genético y molecular, hoy se pueden desarrollar terapias que atacan directamente las alteraciones que hacen que una célula se vuelva cancerosa. Esto abre la puerta a una medicina más efectiva, menos tóxica y con mayores posibilidades de éxito a largo plazo.
Estudiar oncología no solo implica aprender sobre tumores, medicamentos y tratamientos. También significa comprender cómo impacta el cáncer en la vida emocional, social y económica de las personas. Por eso, la formación del oncólogo incluye herramientas de comunicación, ética médica, toma de decisiones compartidas y cuidado paliativo. En muchas ocasiones, el rol del especialista no es curar, sino aliviar, acompañar, brindar calidad de vida y asegurar que cada etapa del proceso sea vivida con dignidad y apoyo. Conoce esto en nuestro diplomado de oncología para químicos farmacéuticos.
El avance de la oncología ha sido posible gracias al esfuerzo de miles de investigadores, profesionales y pacientes que han contribuido al conocimiento acumulado. Desde el desarrollo de nuevas moléculas hasta la creación de políticas públicas de prevención, la lucha contra el cáncer es también una tarea colectiva, que requiere educación, acceso a la salud, inversión en ciencia y voluntad política. En este sentido, formar más oncólogos y fortalecer los servicios oncológicos en todos los niveles es una necesidad urgente, especialmente en países donde aún hay desigualdad en el acceso a diagnósticos y tratamientos oportunos.
En resumen, la oncología es mucho más que una especialidad médica: es un campo de resistencia humana ante la adversidad, de innovación científica en favor de la vida y de profundo compromiso ético con cada persona que enfrenta el cáncer. Comprender su importancia es comprender que detrás de cada diagnóstico hay una historia, un futuro en juego y una oportunidad para transformar el dolor en esperanza a través del conocimiento, la empatía y la ciencia.
Vigilada Mineducación. Personería Jurídica otorgada mediante resolución 11153 del 4 de agosto de 1978.
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