La ansiedad es un estado de alarma, de pérdida de control y de predicción del entorno, acompañado por una reacción exagerada a nivel fisiológico que busca evitar o escapar del estímulo que la provoca, sin que este sea un riesgo real; generalmente la persona presenta incertidumbre, zozobra, miedo desmedido, aprehensión sobre el futuro y exceso de preocupación.
Dentro de la ansiedad se encuentran diferentes trastornos como la ansiedad generalizada, caracterizada por miedo a muchas y diferentes estímulos y situaciones sin causas reales; el pánico donde las personas que lo padecen súbitamente tienen un alto nivel de activación fisiológica, presentan agitación y sienten que pueden llegar a desmayarse o a volverse locos sin que esto realmente llegue a suceder; el trastorno obsesivo compulsivo que se caracteriza por conductas repetitivas e intrusivas, como las personas obsesionadas con los gérmenes que hacen muchos rituales de limpieza, y fobias representadas en miedos intensos a objetos, situaciones o animales; la ansiedad social, el estrés postraumático, entre otros.
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Cualquier persona puede padecer ansiedad, teniendo en cuenta que esta tiene su base en el miedo, y el miedo es una emoción que todos los seres humanos experimentamos. Sin embargo, esta se desarrolla por lo que se conoce como vulnerabilidades, es decir, factores psicológicos que predisponen a la persona para que llegue a este estado; algunos de estos podrían ser: padres o abuelos con la misma condición, sobreprotección, maltrato, exageración de riesgo, aprendizaje de la conducta por modelamiento o por acciones o situaciones a las que fueron expuestos.
La Directora de la Especialización y del Consultorio de Psicología de la Universidad El Bosque, hace hincapié en que sentir miedo en momentos como este en el que nos encontramos confinados o podemos salir a la calle solo bajo medidas de bioseguridad es normal, pues la contingencia nos ha sacado de nuestra zona de confort, nos generó incertidumbre y el entorno en el que actualmente vivimos está cargado de información negativa y desesperanzadora que puede provocarnos malestar físico o psicológico.
Sin embargo, aclara que es importante saber distinguir el miedo de los estados de ansiedad, y en caso de estar presentando alguno de los trastornos mencionados se debe buscar ayuda profesional para recibir atención clínica, ya que hay una alta evidencia empírica que permite por fortuna su control y manejo con alta efectividad. Incluso actualmente están habilitadas líneas gratuitas de acceso a primero auxilios psicológicos.
Desde la psicología clínica, la Dra. Nancy Martínez recomienda primero ser consciente de la emoción, buscar apoyo en sus seres queridos, procurar tener una rutina diaria con horarios establecidos y una estructura física organizada, que permita trabajar y descansar, dejar tiempo para hacer ejercicio, meditar, ser espiritual, alimentarse adecuadamente, cuidar su salud y conectarse con sus amigos, con su familia, hacer semanalmente algo que lo apasione, que lo movilice o generar nuevas actividades; así como, cultivar las fortalezas y virtudes que tenga, y hacer actos diarios de bondad y agradecimiento con otros, dándose el permiso de ser flexible y de equivocarse y la oportunidad de mejorar.