Publicado el:
Sep
04
Salud y Calidad de Vida

La alternativa educar-nos en el cuidado

Directora de la Maestría en Salud Mental Comunitaria habla sobre los retos que afrontaremos al flexibilizar las medidas de cuarentena.
nueva normalidad

Cuarentena, aislamiento y distanciamiento social tienen un significado diferente en el contexto de las relaciones humanas, aunque aparentemente cumplen el mismo objetivo para las personas.

Cuando se comenzó este proceso se habló de distanciamiento social y de un aislamiento preventivo, para luego entrar en un periodo de cuarentena; el inició de forma paulatina hizo que la llegada de la cuarentena fuera más fácil de asimilar, ya que si nos hubieran dicho, desde un principio, que estábamos en cuarentena, la situación hubiese sido más compleja, porque el imaginario colectivo lo asocia, específicamente, a padecer una enfermedad y/o con un espacio determinado de tiempo. Es importante anotar que, inicialmente como en cualquier crisis, todos pasamos por un periodo de negación que también se expresa como distanciamiento de la situación: “hacer como si nada pasara”.

Los retos que se nos presentan como sociedad, estarán estrechamente ligados a nuestros retos individuales y serán la expresión de nuestras estrategias de afrontamiento. Recordemos que previo a esta crisis el país atravesaba un momento marcado por protestas que evidenciaron múltiples problemáticas sociales.  

En este proceso, también entran en juego factores culturales, nuestro espacio privado no es tan limitado como en otras culturas, nunca hemos estado acostumbrados a caminar, hablar o interactuar a 2 metros de otras personas, incluso determinantes externas lo dificultan: el transporte público, las filas en bancos, supermercados, cine, son espacios en que estamos en máximo contacto con otros, entonces mantener este distanciamiento social es un reto que viene ahora. Hay que reaprender, ahora debemos caminar a 2 metros de distancia, entender que tengo que mantener el tapabocas puesto.

Sobre este último, aspecto es necesario realizar acciones pedagógicas en las que la academia esta llamada a aportar, educar y acompañar a la comunidad en el proceso de aprendizaje del uso correcto de las medidas de protección como responsabilidad de todos. Por ejemplo, el uso del tapabocas, desde quién lo vende, hasta quien en la calle observa que no se cumple con el uso correcto, surgiendo muchas preguntas: ¿Si tengo sed y lo bajo para tomar agua lo debo cambiar?  ¿Qué pasa con quienes fuman?  El uso correcto de cada elemento de protección requiere educar. Culturalmente, nosotros tenemos una cantidad de prácticas en la cotidianidad que hace que mantener estas medidas sea difícil.

En este momento debemos centrar la atención en cómo hacemos para construir un distanciamiento social que no nos genere malestar, que no nos genere culpa, pues cuando nos distanciamos del otro sentimos que estamos excluyéndolo. Ahora debemos aprender a manejarlo, esta medida no significa que no te reconozca o no te vea.

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Podemos caer en otro gran problema y es que el distanciamiento social se nos convierta en exclusión, y lo estamos viendo con el personal de salud, manejar este tema va a ser un reto para los medios de comunicación, el sistema de salud y para cada uno de nosotros como seres humanos.

Es muy posible que se genere mayor distancia entre las personas, que la interacción sea mucho más virtualidad, también es necesario que ajustemos algunas prácticas sociales grupales. Respecto a los hijos puede que los padres opten por actividades muchísimo más seguras dentro del entorno familiar, actividades como el fútbol, natación, ir al parque van a ser mucho más limitadas por un tiempo, mientras nos vamos adaptando y se flexibilice un poco la situación.

Es importante hacer divulgación efectiva de las buenas prácticas responsables que están desarrollando familias, personas y entidades, que los medios también muestren  la parte positiva para emperezar a dar certeza de las cosas buenas que también ha generado la pandemia,  posiblemente se fortalezcan aspectos como la solidaridad y el respeto por la condición del otro; todo depende de la decisión como individuos y sociedad que tomemos en este momento, lo que también requiere de voluntad política, de un compromiso con el diseño de estrategias que más que estar pensadas desde la rentabilidad deben estar pensadas desde el análisis real del riesgo, del bienestar y la calidad de vida de las personas y comunidades.

Por: Olga Díaz Usme, directora de la Maestría en Salud Mental Comunitaria de la Facultad de Enfermería de la Universidad El Bosque