Voluntariado en El Bosque: una experiencia que transforma vidas

En la Universidad El Bosque, el voluntariado es una experiencia que fortalece nuestra formación integral, promueve el servicio como principio de vida y construye comunidad desde el compromiso con los demás. A través de los Grupos Universitarios de Bienestar Universitario, más de cien estudiantes participan cada semestre en proyectos que acompañan a niños, adolescentes, adultos mayores, pacientes hospitalarios y estudiantes foráneos, consolidando una cultura de solidaridad, responsabilidad social y crecimiento personal.

Para Ángela Nova, coordinadora de Grupos Universitarios, el voluntariado universitario tiene como propósito generar acciones que mejoren la calidad de vida de comunidades que enfrentan diversas formas de vulnerabilidad, especialmente en la localidad de Usaquén. Los proyectos Terapia de Risa, Como en Casa, Tigres El Bosque, Awala y Mis Sueños Dorados, entre otros, nos permiten brindar experiencias en las que el servicio, la empatía y la corresponsabilidad son el centro de cada encuentro.

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Más allá de las actividades lúdicas o recreativas, Ángela destaca que el voluntariado es un escenario formativo donde nuestros estudiantes desarrollan liderazgo, pensamiento crítico, habilidades blandas y una comprensión biopsicosocial del entorno. Cada semestre, los grupos avanzan por etapas de convocatoria, formación, acciones voluntarias, retroalimentación y cierre, lo que permite afianzar procesos de acompañamiento y consolidar aprendizajes significativos.

“Queremos que quienes se vinculan descubran que su participación tiene un impacto real en los demás y también en ellos mismos. Aquí se fortalece la madurez afectiva, la cooperación y el sentido del bien común”, afirma.

Aprendizajes que marcan la vida: la experiencia de Mis Sueños Dorados

La historia de Laura Manuela Triviño, estudiante del Programa de Formación Musical y voluntaria del proyecto Mis Sueños Dorados, evidencia la dimensión humana que alcanzan estos espacios. Ingresó al voluntariado en su primer semestre y hoy, seis años después, lidera el grupo que acompaña a adultos mayores en actividades culturales, lúdicas y comunitarias.

Su vínculo surgió al reconocer en esa población una cercanía afectiva que venía de su propia experiencia familiar. “Desde la primera vez sentí que mi lugar estaba ahí. Ellos son muy cariñosos y agradecidos, y ese afecto me motivó a quedarme”, recuerda. Con el tiempo, este voluntariado se convirtió en un espacio donde fortaleció su liderazgo, su confianza, su capacidad de comunicación y su creatividad para diseñar actividades significativas.

Para Manuela, acompañar a adultos mayores transformó su forma de ver una población que con frecuencia permanece invisibilizada. “Ellos nos dicen que este es su único espacio de conversación en la semana. Escucharlos, reconocer su valor y acompañarlos me enseñó a relacionarme con más empatía, dentro y fuera de la Universidad”. Durante la pandemia, incluso, mantuvimos las actividades de forma virtual, lo que demuestra la importancia de los vínculos construidos.

El acompañamiento institucional ha sido determinante. La formación ofrecida por Bienestar Universitario, la orientación continua y los insumos materiales que reciben permiten que los voluntarios se concentren en ofrecer experiencias de calidad. Esta articulación, dice Manuela, “hace posible que el voluntariado crezca, que lleguen nuevos integrantes y que se construyan lazos que se vuelven una familia”.

Un llamado a la comunidad: servir también implica transformarnos

El voluntariado en la Universidad El Bosque es, ante todo, un espacio de humanidad compartida. Cada proyecto recoge historias de servicio, cooperación y afecto que enriquecen nuestra vida universitaria y refuerzan el compromiso con una sociedad más justa y solidaria. Para Ángela, quienes se vinculan son “un signo de esperanza”, capaces de transformar lógicas de competencia en prácticas de colaboración y gratitud.

Cada semestre, las dos primeras semanas se abren para la convocatoria de nuevos voluntarios. Quienes deseen integrarse pueden acercarse a Bienestar Universitario o escribir al correo de Grupos Universitarios. Posteriormente, atraviesan un ciclo de formación, participan en entre 10 y 12 acciones voluntarias, asisten a encuentros de retroalimentación y culminan con una clausura colectiva que celebra el compromiso y el esfuerzo compartido.

Además, mirando hacia el futuro, Bienestar Universitario prepara para 2026 la iniciativa “Voluntario por un día”, dirigida a docentes y administrativos. Con este proyecto esperamos que quienes no pueden comprometerse de forma continua tengan la posibilidad de vivir una experiencia puntual de servicio, adaptada a sus tiempos y responsabilidades laborales.

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Para quienes ingresan a nuestra Universidad o buscan un espacio para aportar, el mensaje de Manuela es claro: “Aquí uno encuentra sonrisas, afecto, aprendizaje y una comunidad. Ayudar también llena el alma. Aportar transforma, y también nos transforma a nosotros”.

En la Universidad Bosque celebramos con orgullo el compromiso de nuestros voluntarios a través de espacios internos de reconocimiento y encuentro con nuestros Grupos Universitarios. Asimismo, abrimos nuestras puertas al Encuentro de la Red de Voluntariado Universitario – REVOLUN, un escenario interinstitucional que reúne a estudiantes y comunidades comprometidas con el servicio, la solidaridad y la formación para la acción social. Estas experiencias reafirman nuestro propósito de formar líderes con sentido humano y de fortalecer una comunidad que transforma desde el acompañamiento y el bien común.