Columnas de opinión

La defensa de la educación sexual integral, una tarea ciudadana

Autor: Comunicaciones

11 de Septiembre de 2025

Tiempo de lectura: 4 minutos

La educación sexual integral fortalece la dignidad, la convivencia y la democracia. Su defensa es un compromiso ciudadano.

Fidel - Ramírez

Fidel Ramírez
Profesor asociado - Facultad de Educación

En tiempos en que los discursos excluyentes y los temores infundados parecen ganar terreno, hablar de educación sexual integral se convierte en un acto de valentía. No se trata de un tema accesorio en la agenda educativa sino de una conquista histórica de los feminismos y, al mismo tiempo, una herramienta vital para proteger a nuestras infancias y juventudes de las violencias que, paradójicamente, muchos de esos discursos dicen querer evitar.

Con esa convicción, entre el 28 y el 30 de agosto, la Universidad Pedagógica Nacional, la Universidad de La Salle, la Universidad de Los Andes y la Universidad El Bosque unimos esfuerzos para organizar el Seminario Internacional Feminismos y Educación Sexual Integral. Durante tres días, investigadoras, docentes, estudiantes y activistas de distintos países compartieron reflexiones, experiencias y, sobre todo, alertas sobre los riesgos que enfrentan estas políticas públicas en la región.

Voces como la de la Dra. Claudia Vianna Pereira, de la Universidad de São Paulo (Brasil), o la de Santiago Zemaitis, de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), coincidieron en que la educación sexual ha sido sistemáticamente perseguida y deslegitimada en sus países. Recordaron que, bajo la bandera de los “valores tradicionales”, algunos gobiernos han instrumentalizado el discurso moral para desacreditar los avances en derechos y desacreditar la labor docente.

Los ataques contra la educación sexual integral responden a narrativas repetidas que, en nombre de “proteger la familia” o “defender la inocencia”, buscan limitar derechos y retroceder décadas de avances. Lo grave no es solo que se intente modificar currículos escolares, sino que se persiga y estigmatice a quienes defienden el derecho a una educación libre, basada en el respeto y el consentimiento.

La educación sexual integral no adoctrina, no impone ideologías ni amenaza a las familias. Todo lo contrario, enseña a niñas, niños y adolescentes a reconocer sus cuerpos, a cuidarse, a respetar la diversidad y a comprender la importancia del consentimiento. ¿Acaso no es ese el mayor acto de cuidado y de defensa de la infancia?

La resistencia frente a los retrocesos no puede quedar únicamente en manos de docentes o especialistas, es una responsabilidad ciudadana. Como sociedad, debemos entender que defender la educación sexual integral es defender la posibilidad de vivir en comunidades más democráticas, libres de violencia y cimentadas en la dignidad.

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