Kennedy es la localidad número 8 de Bogotá y se encuentra ubicada al suroccidente de la ciudad, cuenta con 269 barrios y 1.230.539 habitantes aproximadamente, en esta se han reportado 3.631 casos positivos de coronavirus y 93 fallecidos a causa de este virus.
En la última semana la Alcaldía Mayor de Bogotá, en cabeza de la Alcaldesa Claudia López dictó medidas especiales para mantener en cuarentena obligatoria a la localidad de Kennedy bajo el decreto 132 de 2020, debido a la alta tasa de contagios de COVID-19 que se viene presentando en dicha localidad. Este cerco epidemiológico durará 14 días y restringe la movilidad, ingreso y salida de personas y vehículos de esta zona de la ciudad; de igual forma plantea una serie de medidas restrictivas acompañadas de las normas sanitarias que buscan controlar la propagación del virus.
Pero ¿Cómo entender una situación en la que se pone en riesgo la salud propia y la de los demás?
Te puede interesar: Profesor de la Facultad de Medicina recibe reconocimiento
La profesora de la Universidad El Bosque insiste en no generar señalamientos pues muchos afirman que son comportamientos en los que prima el bien particular sobre el bien común; sin embargo, ella asegura que no se trata de hablar del bien particular o el bien general, sino de entender las dinámicas prestablecidas en esta comunidad.
Muchas de las personas que viven en Kennedy, no necesariamente laboran en la misma localidad y deben salir a trabajar para conseguir su sustento diario, por ejemplo, muchos de los habitantes de esta zona trabajan en almacenes de grandes superficies, celaduría, construcción y actividades con pocas posibilidades de teletrabajo. Esta es la segunda localidad más poblada de la ciudad y el 95% de sus habitantes se clasifica en estratos 2 y 3. La directora asegura que lo que sucede en Kennedy tiene que ver con la inequidad social y el trabajo informal, sumado a la dinámica y movilidad que genera el comercio en general y, de manera particular, la central de Abastos.
De igual forma, Olga Díaz explica, que para la persona puede ser difícil comprender que tiene permiso para salir a trabajar pero no para realizar otras actividades como hacer ejercicio, y en este sentido la norma no puede ser taxativa puesto que en un análisis más profundo se encuentra que esta empieza a tener un sin número de excepciones, haciendo que se perciba como laxa y flexible, ya que todo puede ser aceptable y una razón para la excepción.
También afirma que culturalmente estamos en un contexto que no privilegia la cultura del cuidado común en el que prime el bien general. Pero, ¿cuál sería la forma de fortalecer prácticas de educación con este propósito?
En ese sentido, Olga Díaz expresa que desde el gobierno y las instituciones deben desarrollarse actividades de pedagogía ciudadana, la academia puede aportar bastante en este propósito, y asegura que existen registros de experiencias exitosas, como el ´gana gana’ que, dentro de este contexto, sería algo así como, ganas tú cuando gano yo, es decir, sí yo me pongo el tapabocas gano al estar protegido y tu ganas porque estás seguro; si me lavo las manos protejo tu salud, si una sola persona sale de la casa, los que nos quedamos dentro estamos más seguros.
Por último, la profesora advierte que es importante hacer toda una labor de pedagogía para empezar a dinamizar otras formas de pensamiento o alternativas para afrontar la situación, que promuevan el autocuidado, que convoquen la participación en el diseño y puesta en marcha de acciones de cuidado y hace un llamado a sensibilizarnos y construir desde el cuidado antes que señalar o estigmatizar.
